5 ene 2015

Desaparecer

Después de todos los cambios vividos en estos últimos meses, también la noche de fin de año fue muy distinta a las anteriores, aunque como siempre, al lado de las personas más importantes en mi vida, porque si hay alguien que está siempre, son ellos dos. Mamá y yo estuvimos hablando hasta tarde, sentadas en el sofá, entre mantas y verdades. Era una de esas situaciones en las que te das cuenta que toda esa mezcla de tristeza y rabia, esa nostalgia, ese dolor por unas expectativas creadas que ya nada tienen que ver con el presente, nos hacen incluso más daño que la realidad en sí misma. Que está lejos, ahora más que nunca, como también lo está todo lo vivido. Esa línea entre una vida pasada y el fuerte deseo de volver a empezar. Sonreír hacia fuera mientras lloras por dentro, con la intención de no hacer daño a los demás, de avanzar y seguir viviendo. Eso que casi nunca enseñamos, porque lo bonito es mostrar a los demás lo feliz que es uno y no los errores, las dificultades o los contratiempos que nos depara la vida. Esa cara que rara vez dejamos ver, pero que existe y ahí está. Sufrir cuando las cosas se tuercen y no salen como las habíamos soñando tantas veces, querer desaparecer y volver cuando todo esté en calma otra vez, cuando en realidad hay muchas otras cosas que están bien. Ese momento en el que piensas que todo ha terminado, pero al mismo tiempo, te das cuenta de que sólo puede ir a mejor.

"But there will come a time you'll see with no more tears and love will not break your heart but dismiss your fears. Get over your hill and see, what you find there, with grace in your heart and flowers in your hair". ― Mumford & Sons

 

 

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